miércoles, 15 de abril de 2009

Como el pobre Morel

Hoy me he puesto a releer temas y ver fotos viejas de quedadas de un foro en el escribo desde hace tiempo. Debe ser que tenía el día melancólico. Está lleno de palabras y fotos de gente que ya no escribe. He pensado que tal vez ese foro perdure cuando yo deje de escribir o cuando ya no conozca a nadie de los que escriben. Todos esos temas y fotos son momentos auténticos que se han quedado congelados. De hecho uno se siente casi indiscreto leyendo, tema a tema uno puede rememorar las sensaciones que le hicieron escribir aquello o empatizar con los textos de los otros.

Es curioso que nadie haya pensado en qué va a ser de todos estos testimonios en el futuro, de como toda esa cotidianidad va a quedar atrapada. Dentro de unos años alguien entrará en la red sólo para hacer arqueología, de la misma manera que ahora alguien puede releer un diario o correspondencia de hace 50 años o encontrar fotos viejas en un baúl. La diferencia es que los testimonios de ahora son mucho más vívidos, más reales, equivalen a reproducir la grabación de una conversación.

La invención de Morel

Todo esto me ha recordado al melancólico libro La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares (Si alguien tiene pensado leer el libro tal vez debería saltarse este párrafo). A toda esa gente grabada, inmortalizada y al solitario fugitivo observando y que finalmente se graba e intercala en los momentos de los demás inmortalizándose a su vez. Como el fugitivo del libro de Bioy Casares me he puesto postapocalíptico y se me ha ocurrido que tal vez alguien en un futuro encuentre esos textos e intercale sus comentarios.

Doctor Who, Poe y Ana Frank

Dándole vueltas a la idea de memento mori también me llamó la atención un episodio del Doctor Who (Silence in the library). Trataba de exploradores humanos que iban con su traje espacial. En él había un dispositivo que tenía una "inercia neuronal" que hacía que uno pudiese seguir comunicándose con los recién muertos por este efecto, algo parecido a El extraño caso del señor Valdemar, de Poe. Lo de Ana Frank es más de baja tecnología, pero no deja de ser una idea espeluznante también, aparte de real.









Morel, Who, Frank y Valdemar

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