miércoles, 3 de febrero de 2010

Lecturas

Hoy mi pensamiento (agobiante) del día es: "Me voy a morir sin haber podido leer todos los libros interesantes que quiero"

Tratando de evitar ideas poco terapeúticas me vienen otras, por ejemplo el pensamiento de Vizinczey, cuando aconseja no leer demasiado para ser escritor, o más que demasiado, demasiados libros. Vizinczey lo tiene claro, cuando se trata de escribir el síndrome de Don Quijote es peligroso. Eso sí, aconseja tener un buen caudal de obras de referencia, de "los grandes" y releerlas a menudo. Parecido a lo que cuentan de Welles, cuando antes de hacer Ciudadano Kane vió obsesivamente La diligencia. Supongo que un escritor también debe ser un gran lector, pero tampoco demasiado, sino quizás se corra el riesgo de perderse en la erudición. En algún momento el escritor debe afirmar su identidad por encima de las influencias para hacer algo propio. Es una especie de ejercicio edípico en el que el autor debe matar a sus padres literarios para afirmarse.


Don Quijote leía demasiado (G. Doré)

Quiero pensar que un autor perpetuamente asombrado por la obra de otros, admirador, humilde, de esos que parecen estar bajo una epifanía constante quizás lo tiene algo peor que alguien más concentrado en su propia obra. En algún momento hay que sobreponerse a la influencia, al vértigo que da el ver a alguien capaz de hacer una de esas obras maestras. Me viene a la cabeza una frase de Wagner: "Recuerdo que una tarde oí una sinfonía de Beethoven; luego tuve fiebre, y cuando me recuperé, ya supe que era músico". Parece que Wagner sí se sobrepuso.

Volviendo al número de libros de cabecera, creo que debe estar reducido a un número manejable, no me atrevo a apuntar una cifra. Pero, en un momento concreto de la vida de un escritor, ¿cuántos libros le acompañan realmente? Me viene a la cabeza que tiene que existir un análogo al número de Dunbar, pero para libros. Al parecer el ser humano tiene un número máximo de gente con la que puede tener una relación prolongada en el tiempo, en torno a 150 , algo parecido a las relaciones que uno tiene con los libros. Como con las personas, unos vendrán, otros se irán y unos pocos permanecen.