jueves, 10 de diciembre de 2009

Las ciudades

Estas vacaciones (hace oceános de tiempo), tras un par de visitas a lugares y un par de lecturas me han estado rondando las ciudades. Cada visita a un lugar nuevo me transmitía impresiones y sensaciones distintas, cada sitio tiene su ritmo, sus olores y la gente funciona de una manera propia.

En algunos libros, dioses antiguos, que personificaban aspectos de la vida cotidiana y lugares, dioses de los ríos, montañas, bosques, lagos... tendrían ahora su equivalente en las ciudades, seguramente en el inconsciente colectivo literario haya un dios o diosa de Nueva York, de París, México DF...

El dios de las ciudades haciendo de las suyas

Con estas ideas coquetean una serie de obras, empezando desde el final me viene a la cabeza el genial comic de Warren Ellis The Authority. En este comic Jack Hawksmoor es el dios de las ciudades. Descubrimos aquí que las ciudades son entidades, que tienen género y lo mejor de todo: que puedes pegar a alguien con una ciudad, que las ciudades son incluso enormes trajes de combate que te pueden vestir cuando tengas que enfrentarte a una amenaza de magnitud.

Haroun Al Raschid a punto de cerrar un trato

Anterior a esto y todavía en comic tenemos el Sandman de Neil Gaiman, en una de las historias, Ramadán, se nos habla de la ciudad de Bagdag. El califa aparece atormentado e inconsolable, a pesar de que la perfección le rodea, a pesar de que vive en la mejor ciudad posible. En el mismo libro encontramos a Marco Polo en otro relato, tal vez un guiño a nuestro siguiente caso.

Italo Calvino recorre las Ciudades invisibles través de los sentidos de Marco Polo. Polo le va contando sobre estos lugares al Kublai Kan a lo largo de varias veladas. El tono de todo el libro es tremendamente sugerente y nos hace intuir un universo más allá de lo que se cuenta. Efecto iceberg lo llamaría, como si por debajo del hielo que asoma se presintiese mucho más por debajo, el propio autor reconoce que el libro se le escapó en algún momento y cobró vida propia.

Al cabo de tres jornadas, andando hacia el mediodía, el hombre se encuentra en Anastasia, ciudad bañada por canales concéntricos y sobrevolada por cometas. Debería ahora enumerar las mercancías que se compran a buen precio: ágata, ónix crisopacio y otras variedades de calcedonia; alabar la carne del faisán dorado que se cocina sobre la llama de leña de cerezo estacionada y se espolvorea con mucho orégano; hablar de las mujeres que he visto bañarse en el estanque de un jardín y que a veces -así cuentan- invitan al viajero a desvestirse con ellas y a perseguirlas en el agua.

Italo Calvino. LAS CIUDADES Y EL DESEO


Anterior a Calvino tenemos la obra de Lord Dunsany, concretamente la recopilación de cuentos Cuentos de un soñador. Curiosa la influencia de este autor en contraposición a lo poco conocido(*) que es.

Bethmoora; ningún enemigo las asalta. No hay luces en sus casas ni pisadas en sus calles; está muerta y sola más allá de los montes de Hap; y yo quisiera ver de nuevo a Bethmoora, pero no me atrevo. Hace muchos años, según me han dicho, que Bethmoora está desolada. De su desolación se habla en las tabernas donde se juntan los marineros, y ciertos viajeros me lo han contado. Yo tenía la esperanza de haber visto otra vez Bethmoora. Muchos años han pasado, me dijeron, desde que se hizo la última vendimia de las viñas que yo conocí, donde ahora es todo desierto.



Lord Dunsany. Bethmora

Curioso la relación que tienen entre sí los universos de estos autores. Sin haber profunizado demasiado no he encontrado referencias cruzadas entre ellos ni agradecimientos de ningún tipo. Calvino no nombra a Dunsany en el prólogo/discurso acerca de Las ciudades invisibles, habla únicamente de su proceso creativo y de como unos apuntes en una carpeta sobre ciudades que imaginaba se terminaron convirtiendo en un libro. Digo esto no porque Calvino me parezca un plagiario, que no es el caso, su obra tiene una indudable originalidad propia, sino porque la referencia me parece tan obvia que me ha extrañado no encontrarla. Los otros dos, Gaiman y Ellis, han construido su obra en mayor o menor medida buscando una posmodernidad basada en estereotipos pop. Partiendo de esta premisa cualquier referencia cruzada o repetición de situaciones o conceptos adquiere una significación adicional y originalidad propia cuando se entiende la obra como homenaje o relectura de materiales anteriores y supuestamente conocidos por todos. Y esto tampoco me parece mal, este enfoque me gustó hasta en La Liga de los Caballeros Extraordinarios del melodramático Alan Moore.

(*) Es una afirmación un poco gratuita y no medible enunciada como verdad solamente para dar forma a una percepción personal