jueves, 29 de enero de 2009

Impresiones Enero, semana V

El lunes, en otro ataque de insomnio empecé con Proust, Du côté de chez Swann, tras paladear la primera página todos mis recelos desaparecieron. Palabras e ideas caían en una nevada suave, evocaciones bellísimas, a pesar de hablar de la pura coteidaneidad ¿Cómo puede uno quedar tan atrapado en la descripción de una habitación? Gratamente sorprendido tras superar el miedo al síndrome del ladrillo. Sólo por este libro merece la pena haber aprendido francés (bueno, y para presumir por internet). Un día de estos me arrancaré con alguna cita en la lengua de Marcel.


El insomnio del lunes venía provocado desde el domingo en el que, inconsciente de mi, decidí terminar de ver 28 días después y seguir con 28 semanas, después. Tanto zombi, perdón, infectado terminó por alterar mi ánimo y me hizo falta al menos una hora de lectura para curarme. También me dió para escribir alguna que otra cosa, pero eso es otra historia.


Una visión trivial en la carretera, cuando volvía en bus del trabajo, me llevó a una cadena asociaciones. El texto colgaba en un puente peatonal y decía "Diego TKM, empecemos de cero" . Esa conmovedora y primitiva nota me hizo pensar en los orígenes del arte y de la escritura. Pensando en si, en los albores de la inteligencia, a algún simio antropomorfo antepasado nuestro se le ocurrió dibujar algo para conseguir los favores de alguna hembra mona (literalmente). Todo lleva a pensar que no, que todo fue como en 2001 nos cuentan. Que lo primero que pensó el mono tras ver el monolito fue en cargarse otro mono con un utensilio. Los frescos y murales que se encontraron fueron muy posteriores, cuando los nuevos homínidos, una vez duchados y adecentados no diferirían demasiado del aspecto del homo actual. Y aquellas manifestaciones pictóricas trataban sobre caza y temas afines, nada de sexo y por supuesto, amor, ni de lejos.

Respecto a la escritura, recordé que los primeros testimonios eran apuntes de contabilidad y anotaciones de inventario. Me imagino al bueno de Michael Ventris descifrando el Lineal B, y leyendo el equivalente micénico de la lista de la compra de la época. Nada romántico tampoco por aquí, y no vale pensar que en el fondo todo gira en torno al sexo y que de alguna manera retorcida esas tablillas eran en lo que pasaban su tiempo los escribas entre polvo y polvo.








Curioseando sobre el tema encontré este cronograma de la escritura en la Wikipedia.

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